Identificación y tratamiento del dolor causado por la tensión nerviosa
El dolor no siempre tiene su origen en una lesión muscular o articular. En muchas ocasiones, el sistema nervioso juega un papel clave. La tensión nerviosa puede provocar molestias persistentes, sensación de tirantez, hormigueos o incluso pérdida de fuerza, sin que exista un daño estructural evidente.
¿Qué es la tensión nerviosa?
Nuestro sistema nervioso está formado por una red de nervios que recorren todo el cuerpo, transmitiendo información entre el cerebro y los músculos. Cuando estos nervios se ven sometidos a presión, inflamación o falta de movilidad, pueden generar síntomas dolorosos o disfunciones en distintas zonas del cuerpo.
Este fenómeno se conoce como sensibilización neural o tensión nerviosa.
Algunas causas frecuentes son:
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Posturas mantenidas durante largo tiempo (por ejemplo, trabajo de oficina o conducción).
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Lesiones previas o cicatrices que limitan el deslizamiento del nervio.
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Sobrecargas musculares o tensiones miofasciales.
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Estrés y fatiga, que aumentan la sensibilidad del sistema nervioso.
Síntomas más comunes
El dolor de origen nervioso puede manifestarse de distintas formas:
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Dolor punzante o quemante que se irradia a lo largo de una extremidad.
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Sensación de tirantez, adormecimiento u hormigueo.
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Molestias que aumentan al estirar el miembro o mantener una postura.
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Disminución de fuerza o reflejos.
Identificar si el dolor tiene componente neural es fundamental, ya que su tratamiento es diferente al de una contractura o lesión muscular convencional.
Valoración fisioterapéutica
En consulta, se realiza una valoración integral que incluye pruebas específicas de movilidad neural para detectar qué nervio puede estar comprometido (ciático, mediano, radial, femoral, etc.).
Además, se analiza la postura, la biomecánica del movimiento y el estado general del sistema nervioso, buscando el origen del problema más allá de la zona de dolor.
Tratamiento del dolor por tensión nerviosa
El tratamiento combina diferentes técnicas orientadas a reducir la irritación del nervio y mejorar su movilidad:
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Neurodinamia: movilización suave y controlada de los nervios para facilitar su deslizamiento.
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Terapia manual: liberación de restricciones musculares o fasciales que limitan el recorrido neural.
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Ejercicio terapéutico: programas progresivos para restaurar la función y tolerancia al movimiento.
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Educación del paciente: entender el origen del dolor ayuda a reducir el miedo y mejorar la recuperación.
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En algunos casos, también se pueden emplear técnicas complementarias como la neuromodulación o punción seca para aliviar la tensión local y normalizar la respuesta del sistema nervioso.
Enfoque global e individualizado
Cada persona responde de manera diferente al dolor. Por eso, el abordaje debe ser personalizado y centrado en el paciente, teniendo en cuenta su estado físico, su actividad diaria y su contexto emocional.
El objetivo no es solo aliviar los síntomas, sino restablecer el equilibrio entre el sistema nervioso y el movimiento, permitiendo una recuperación duradera.